domingo, 16 de enero de 2011

El árbol de las manzanas....

Quiero compartir con ustedes esta hermosa reflexión que leí hace poco:

Este era un enorme árbol de manzanas al cual un niño amaba mucho.
Todos los días jugaba a su alrededor, trepaba hasta el tope, comía
sus frutos y tomaba la siesta bajo su sombra.

El árbol también lo quería mucho.

Pasó el tiempo, el niño creció y no volvió a jugar alrededor del árbol.

Un día regresó y escuchó que este le decía con cierta tristeza:
-¿Vienes a jugar conmigo?
Pero el muchacho contestó:
-Ya no soy el niño de antes que juega alrededor de los árboles.
Ahora quiero tener juguetes, y necesito dinero para comprarlos.
-Lo siento - dijo el árbol, no tengo dinero, pero te sugiero que tomes
todas mis manzanas y las vendas; así podrás comprar tus juguetes.

El muchacho tomó las manzanas, obtuvo el dinero y se sintió feliz.
También el árbol fue feliz, pero el muchacho no volvió.
Tiempo después, cuando regresó, el árbol le preguntó:
- ¿ Vienes a jugar conmigo ?
No tengo tiempo para jugar; debo trabajar para mi familia y necesito
una casa para mi esposa e hijos. ¿Puedes ayudarme?
-Lo siento - repuso el árbol -. No tengo una casa, pero puedes cortar mis
ramas y construir tu casa.

El hombre cortó todas las ramas del árbol, que se sintió feliz y  no volvió.
Cierto día de un cálido verano, regresó. El árbol estaba encantado.
- ¿Vienes a jugar conmigo? - le preguntó.
- Me siento triste, estoy volviéndome viejo. Quiero un bote para navegar
y descansar, ¿ puedes dármelo ?

El árbol contestó:
- Usa mi tronco para construir uno; así podrás navegar y serás feliz.

El hombre cortó el tronco, construyó su bote y se fue a navegar por un largo
tiempo. Regresó después de muchos años y el árbol dijo:
- Los siento mucho, pero ya no tengo nada que darte, ni siquiera manzanas.
El hombre replicó:
- No tengo dientes para morder, ni fuerzas para escalar, ya estoy viejo.
Entonces el árbol, llorando dijo:
- Realmente no puedo darte nada. Lo único que me queda son mis raíces muertas.
Y el hombre contestó:
- No necesito mucho ahora, sólo un lugar para reposar. Estoy cansado después
de tantos años...
- Bueno - dijo el árbol -, las viejas raíces de un árbol son el mejor lugar para recostarse
y descansar. Ven siéntate conmigo y descansa.
El hombre se sentó junto al árbol y este, alegre y risueño, dejó caer algunas lágrimas.


Esta es la historia de cada uno de nosotros: el árbol son nuestros padres. De niños, los
amamos y jugamos con ellos. Cuando crecemos los dejamos solos; regresamos a ellos
cuando los necesitamos, o cuando estamos en problemas. No importa lo que sea,
siempre están allí para darnos todo lo que puedan y hacernos felices.
Usted puede pensar que el muchacho es cruel con el árbol, pero ¿ no es así como tratamos
a veces a nuestros padres?